miércoles, diciembre 21, 2005

Floto...

...sobre un mar oscuro e inmóvil, deslizándome sobre las aguas alivio el calor del camino con una ligerísima brisa marina… salto, me recreo. Acompaño mi paseo con gráciles e inmaculadas garzas.

Es curioso cómo, a la medida de mis pasos, los colores se van transformando. Estos pájaros se van volviendo cada vez más y más rosados, y comienzan a emitir extraños sonidos de los que no llego a acertar su familiaridad. Mmmm… sí, ese sonido me es cada vez más afín, tal vez me trae recuerdos de la media hora del recreo del cole… Esos pájaros llegan a alcanzar en sus plumas el color rojo de la sangre. Los sonidos son más claros, y empiezo a recordar el día en que me hice pipí delante del profesor y todos los niños se rieron de mí… ¡qué sonido tan estridente e insoportable!

Hacía tiempo que no tenía pesadillas. Debe ser que extraño la cama o tal vez es este enigmático planeta, Joya. Sin embargo, una vez despierta, las carcajadas persisten. ¿Siguen riéndose de mí?¿No van a dejarme en paz?

Estoy tan inquieta que necesito salir del camarote. Salgo corriendo a cubierta, necesito ese aire nuevo… pero, al contrario de lo que imaginaba, esos sonidos se hacen más fuertes. ¿Este planeta de algodón de sanatorio me está volviendo loca o por el contrario me está curando?

Me sorprende la visión de una esfera deliciosamente cristalina y luminosa que choca justo delante de mí, en la popa del barco, estallando como una pompa de jabón. Un olor repentino (a anís, estoy tan sorprendida como vosotros), un fugaz relámpago iridiscente, un berreo conocido, como el de recién nacido. Esa luz se apaga, me agarra el brazo antes de caer; bueno, no pasa nada, mis muñecas están acostumbradas a la presión, aunque esta cosa pesa más de lo que parece. Una voz chillona me ruega que baje con él a lo desconocido, que juntos descubriremos por qué se ríen de nosotros, que no le deje solo…

Confieso que estuve muy tentada…

Pero no, mejor le arreo un manotazo, le dejo caer y entro en el barco a tomarme una o dos copas de coñac. Acabo de empezar mi viaje. Todavía hay tiempo.