Paseos soñados

"No te esperaba", me dijiste. "Vamos".

Tendiste tu mano hacia la mía. La cogí. Era justo como la recordaba, recorrida por abultadas venas y con esa enorme cicatriz en el pulgar. Pero suave, la mano más suave que jamás he tocado. La acerqué a mi nariz y me llené de su perfume. La besé. Hacía tanto tiempo que soñaba con hacerlo...

"Siento no haber venido antes", le dije. "No importa, no esperaba que nadie viniera, es la primera vez que disfruto paseando sola", me respondió. "Ahora que mis piernas son fuertes no necesito a nadie, sólo el placer de una conversación si a ti te apetece". "¡Si, si!". Era lo único que quería hacer.

A las dos nos encantaba pasear, lo recuerdo perfectamente. Y esa sensación nunca olvidada de placer sosegado me arranca del corazón una lágrima incontrolada. "¿Por qué ahora?", entorna los ojos y me mira extrañada, "estoy mejor que nunca".