Hogar, dulce hogar.
Descanso de una travesía ansiosa. Ahora tengo una visión.
Mi aereodeslizador alquilado me ha obligado a apearme en medio de la nada, quiere regresar al lugar del que nunca quiso salir...
He llegado a unas rocas donde arrancar un poco de piedad a los soles.
No estoy solo.
Escucho un canturreo...
Sigiloso, lo voy acechando; Canta un nativo, otro nómada desconcertado, acurrucado en el frescor.
- Ven hombre, sientate a mi lado...
Cuando me acerco aprieta mi brazo a modo de saludo. Siento como si hubieran hidratado cada una de mis células.
- ¿Sabes? - me dice - Yo algo recuerdo... vuelvo a casa, en el vientre de la roca.
Siento el corazón rebotando con violencia dentro del pecho.
- Todo lo demás, esta olvidado... ¡No importa!... - me sonríe sosteniendose la tripa - ¡Está llena de recuerdos!... Alguien me enseño... no se cuando, ni quien... solo recuerdo lo que aprendí y no olvide... ¡Todo está aquí dentro!... el camino a casa... - Y señalo con precisión, sonriendo a la extensión enmudecida. Luego fue como si se desmallará, se recostó en la roca, y con una voz cavernosa empezó a hablar desde un trance que me ponia los pelos de la nuca de punta:
"Lo que nuestras vísceras recuerdan lo hemos convertido en escasez, sueño y frustración... en mercancía, economía y administración. Bendita memoria y bendito olvido, pienso... Bendito el olvido de la mentira de la escasez, y bendita la memoria del edén. Convertir la memoria de lo entrañable en un mito, nos condena al infierno de la frustración. Si no quieres morir desengañado, no vivas engañado. No hay mas edén que el que nos prohibimos a nosotros mismos; Basta ya, desmontemos nuestras casas, regresemos al hogar."
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