jueves, abril 06, 2006

La Madre Oscura, supongo.

Esta amaneciendo cuando llegamos a la roca, abierta en su centro.
Es inmensa en mi vigilia, mucho mas asombrosa que en la visión.

Entramos en su fresca y húmeda oscuridad, rozamos su piel, besamos su limo.
Vemos la luz esmeralda al final...

Y acercándonos, nuestros oídos se abren a voces sin sed...

Soy abrazado y agasajado, por niños curiosos, por mujeres tímidas, por hombres afables...
Soy desnudado y conducido a un fresco y umbrío baño.

En mi baño, soy impúdicamente observado por una mujer. Su piel es de bronce y sin edad. Sus pechos son el principio de la generosidad. Su simetria es perfecta. Su vientre palpita con la redondez de un universo gestándose. Me mira serenamente, con una tranquila sonrisa, engastada entre cabellos azabache y ojos negros...

El rumor del agua, pudiera ser el de mi llanto. Pudiera no acabarse nunca, y estar fuera del tiempo.