La Sed y la Pena
Estoy aquí, en movimiento, caminando para no hundirme en la pena de la Sed.
La Sed es olvido, sabor y lujuria. Casi un placer amargo.
Es sangre líquida que borbotea dentro el corazón, la búsqueda, el pálpito tranquilo de algo infinitamente hermoso que has de recibir con tus labios. En mi cabeza se agolpan velos de espejismos, con texturas de agua fresca y permanente. Una fruta abierta y madura, un melocotón de verano en invierno, un voluptuoso paisaje nevado en verano. Un otoño tranquilo. Una primavera valiente.
Los de aquí ya han olvidado su Sed. Se abrazan unos a otros lamiendo sus líquidas heridas.
Y desde mi bastión inexpugnable de dunas y castillos de arena, al contemplar a los icaritas, ni una sola lágrima derramada me sorprende. Ya no tengo Sed. Se ha convertido en una inmensa pena seca en el centro exacto de mi garganta.
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