A plomo...
En el idioma local, el planeta frívolo se llamaba Planeta Pilsen.
Y lo peor del planeta Pilsen ... es cuando son las 4 de la tarde y te cae a plomo todo el peso de su etilidad. Alrededor del barco, un mosaico flotante de colchonetas hinchables de colores se redibuja constantemente por la deriva del agua. Todos, pasajeros y tripulación, dormitamos felices a la sombra del casco de nuestro galeón. Mecidos por el mar. Arrullados por el viento. Y cocidos por la cerveza.
¿Todos?
No. Sólo había una criatura en el barco a la que aterrara tanto el agua (aunque fuera amarilla y divertida), que había preferido pasar calor en cubierta, en lugar de arriesgarse a flotar en una colchoneta que, por otra parte, poco habría tardado en pinchar con sus uñas...
La gata.
Y fué la gata la que sorprendió al comando de pingüinos con pasamontañas, escondidos en la sala de máquinas y haciéndole un "puente" al barco para robárnoslo...
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