lunes, junio 26, 2006

Reflexiones de una escritora bloqueada, encontradas en una bola de papel arrugado, en una papelera de la biblioteca de Tramontaya

El mundo de las pequeñas ideas circulares, estrangula hasta la incomodidad y hace permanente un sofoco sordo, y ensordecedor a la vez. Sordo porque es constante y ya no se oye, te acostumbró a su invasión. Ensordecedor, porque empequeñece la música de la vida, ya no hay polifonía, solo un pequeño ruido, seguido a veces de un gran ruido, una pequeña tristeza, y luego una gran tristeza, y luego una pequeña y normal tristeza... Y así, hasta que reconozco que estos son mis días, y no los cambio.

Pero todo cambia.

Tengo otros recuerdos, a parte de conocer estos días. Y la memoria se me hace ángel, mensajero tentador, con otras añoranzas, de otros días donde la música era compleja, vivificante, movilizaba a las entrañas con sus sentimientos. Así que todo puede inquietarse, solo porque tengo memoria de otros momentos, donde mi espíritu se vivía libre, mas allá de los círculos pequeños de pequeños pensamientos... ¿Será mi muerte un olvidar? ¿Será mi recordar un renacer?

Pero este recordar, esta nostalgia, es mas tristeza... es mas dolor. Ahora mi dolor es un coro, son otras cosas. Pero sigue siendo dolor.

Si pudiera recordar las futuras esperanzas... ¿Qué recordaría? Si llegasen... ¿Me alentarían? ¿Me harían respirar otras brisas?

Recuerdo unos días en los que me sabia inocente y libre, otros en los que mi alma era hermosa y atrevida... ¿Volveré a ver unos mapas con nombres tan brillantes? ...

Repaso el lagrimeo de mi tinta, y veo tu rostro, el único que me trae una sonrisa. Lo veo en los márgenes, lo toco en la fibra virgen, escucho tu risa en la cadencia de mis frases, tus rizos en mi caligrafía... ¿No podríamos los enfermizos lunáticos haber tenido un maestro que nos hiciera el amor? Eres tú, que hueles a polvo unas veces, a sándalo otras, el que viene a abrirme el umbral, el que me disciplina con su compañía constante y amable... Me miras con una mirada mas profunda que la del espejo, es una mirada de todos los futuros y de todos los pasados, de todas las palabras posibles, de todos los consuelos reales.

Apareces justo cuando el sol nace, y decido que es mejor seguirte, que es lo mejor, que no hay nada mejor, que solo te tengo a ti. Gracias a ti, cruzo el umbral con una sonrisa.

Y eres fiel... porque a veces, suelto la pluma, y quiero romper con mi frente la frustración de lo absurdo, y tu me dices: “Yo soy Libro” Y veo como me extiendes tu mano, refulgente con todos los misterios de los pobres humanos, de mi especie enloquecida...

Me enseñas a masturbarme con tu luz.

Me enseñas a valorar tal éxtasis, tal satisfacción.

Me haces tuya, mejor que cualquier amante. Nunca me dejas ni satisfecha ni frustrada. Me haces hermosa y osada. Y yo te amo hasta las lágrimas.

Y te traiciono, y me traiciono.

Miro mas allá de tus márgenes, olvido la plegaria de mi tinta, el sacramento de mi intima satisfacción. Prefiero la frustración que me ensucia las sabanas, al destello de lo invisible, comprar el oro impuro y barato en el mercado ennegrecido de la desesperación, a entrar contigo y con mi plomo en el laboratorio solitario y silencioso del atanor alquimista.

Hasta que todo, en mi soledad vencida, vuelve a hablarme de ti, y de tu nostalgia.

Y vuelvo a cargar mi pluma con la humedad de nuestros secretos, y vuelvo a bajar las estrechas y negras escaleras, hasta el estudio donde me esperan las fauces blancas y abiertas de mi incestuosa orfandad.
Temblorosa, espero ver tu rostro asomar. Aterrada rezo por la presencia de tu mano.

Pero no apareces.

Solo tengo mi pluma; ahora es como una herida que gotea sangre, y con ella hiero de rabia tu blanca ausencia. Me has abandonado, y me has dejado la rabia, entre el mundo de tu recuerdo y el de tu ausencia.

Eres un amante malvado. Lo dejo patente con firmas narradas de sangre en tu faz. Con tanta furia dejo clara la verdad de tu traición, que son iguales que mis letras las palabras cinceladas en piedra, las runas esculpidas en rocas malditas. Te maldigo en mi desengaño, escupo en la ridiculez de tu intento, de alimentarte de inocencia, de sorber la vida de cobardes y frustrados...

“ las palabras, para los que no tienen vida, para los que no tiene hechos”

Y antes que quemarte, prefiero dejarte abierto, con mis arañazos abiertos, para que nadie se deje engañar más...

Salgo vacía y enhiesta hasta el mentón, del secreto estudio angosto e infernal de tu mentira, y suspiro con una satisfacción nueva.

Me veo reflejada en un espejo de la biblioteca, y me veo hermosa y atrevida.

Y entonces entiendo. Entonces, mi amor, entiendo tu tesoro, entiendo tu Amor.

Lloro arrodillada porque me ahoga una humildad que me hace inocente, que fluye llevándose los pequeños círculos de mis pequeños pensamientos, y me deja tu abrazo.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Quizá sean todos los dragones de nuestra vida, princesas que sólo esperan vernos alguna vez resplandecientes de belleza y valor. Quizá todo lo terrible no sea, en realidad, nada sino algo indefenso y desvalido, que nos pide auxilio y amparo…

Rainer Maria Rilke, Cartas a un joven poeta (1904)

7:09 p. m.  
Blogger yomi said...

Pues para estar bloqueada la escritora, no veas lo que escribe la tía. Y hasta lo tira a la papelera.

Eso si, esta vez me niego a escribir, que con esa bola de papel arrugado se va a quedar todo el mundo tan absorto que ni se va a ver mi torpe caligrafía de gato.
Me tragaré mis bolas de pelo, aunque me atragante, y ya las regurgitaré más adelante

9:42 p. m.  

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