lunes, enero 09, 2006

El planeta del juicio final

Como un cáncer terminal.
Como una esclerosis múltiple.
Como una esposa muerta cuando acabas de cumplir los 70.
Habitantes con la plena y absoluta conciencia de una vida que caduca en breve.

Y no siempre fue así en el Planeta del Juicio Final.

Se trataba de un planeta más rotando en un sistema solar de la galaxia Delporqué. Sus habitantes vivían más o menos felices, adocenados, en un más o menos bello y cálido planeta, amando, usurpando, comiendo, llorando y mintiendo. Más o menos como en casi cualquier parte.

Hasta la noche del Cometa.

En un impacto contra el Planeta de tal magnitud, que lo apartó de su órbita solar. Desde entonces, vaga errante entre meteoros y meteoritos, siempre bajo el riesgo de una colisión furtiva. Los osos hibernan en sus cuevas durante inviernos de 12 días. Los veranos se juegan en las tascas; apuestas de 100 contra 1 a que toca mañana. Los días pueden durar meses, o segundos. Las noches no son para dormir. De hecho, no sé para qué son.

Una vez que sus habitantes se acostumbraron a la sensación mareante de vivir sin reglas físicas, y siempre bajo la sombra implacable y cotidiana de la muerte en un choque cósmico inexorable, eliminaron de sus vidas normas, tabúes y moralismos. Abrieron sus ventanas, se desembarazaron de sus máscaras sociales; el malo se atrevió por fin a cometer todas sus atrocidades reprimidas, el viejo verde a desempolvar su bastón de mando sexual, las niñas pijas a bajarse las bragas en público en un onanismo descarado, los amantes censurados a follar en los parques públicos, en los trabajos, delante de sus maridos y esposas.

No oséis censurar su comportamiento. Sólo así seréis bienvenidos en el Planeta del Juicio Final. Al fin y al cabo, nunca se vive lo suficiente, y eso también cuenta para vosotros.

1 Comments:

Blogger Fred Leis said...

wirklich interessant....keep it up

2:46 a. m.  

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