miércoles, diciembre 28, 2005

Quien roba a un ladrón...

Es verdad... noto como el corazón empieza a enfriarse, a pesar de toda la grasa de mi cuerpo.
Me parece imposible que ese sol inmenso sea tan inútil. El silencio de este planeta es atronador. Recuerdo una canción.
Erika ve su reflejo en el hielo, y regresa al barco. La acompaño de vuelta, con una melodía incrustada en la mente.
Estamos en cubierta. El individuo de la cadena en el cuello le arrebata el cigarro a Erika.
De pronto se que hacer.
- ¿Sabes cual es su camarote? – le pregunto, y ella asiente enseñándome los dientes.
- Llévame.
Ella me lleva encantada con un brillo inquietante en los ojos...

Entramos en su camarote, y enseguida veo lo que estoy buscando. Un reproductor de cd portátil con pequeños altavoces, y una surtida discoteca. No tengo que buscar mucho, enseguida encuentro la bala de oro musical que necesitaba.
Cojo el reproductor y el disco. Veo que Erika también se mete algo en el bolsillo con una gran sonrisa.
- Vamos a bajar otra vez al planeta. Ven conmigo.
En la superficie de Frígida hace mas frío todavía. Pongo un cd en el reproductor y le doy a reproducir; repetir solo una.
-Vamos de vuelta al barco, ya no podemos quedarnos.

Erika se encoge de hombros y volvemos a cubierta.
La música empieza a sonar... Se escucha lejana. Erika me mira con curiosidad y yo le guiño un ojo.

- Observa... es músicopuntura planetaria. La canción apropiada, en el momento y lugar apropiado, puede ser catastrófica...

De pronto el cielo, a una velocidad mayor de lo que me esperaba se nubla, y empieza a caer un chaparrón cálido, tropical...

- ¡La lluvia es caliente!
- Sí, y ahora el hielo esta empezando a derretirse...

Rápidamente la escarcha empieza a desaparecer, y la vegetación verde surge. Estamos viendo la resurrección de una primavera criogenizada.

- ¡Vaya!

Erika esta feliz. Me gusta Erika.