La oración de Layla
Amor, me has conmovido con tu saber de amante. Has abierto en mi alma el secreto anhelo de una plenitud que jamás se saciará.
Amor, en el íntimo sigilo de nuestra alcoba yo esperaba tu consuelo, y tú me has dado una sed que nunca se calmará.
Amor, me has dejado entre los dedos de un Dios infinitamente lujurioso, que ha roto el silencio de mi alma, mi cordura.
¿De dónde traes tus secretos? ¿Con quién más los compartirás? ¿Eres tú el pirómano de todas las almas que veo arder?
Ese fuego que reposa entre tus yemas... ¿Es que nunca va a apagarse?
Me has convertido en una sola entraña, de la que no cesa de manar una ternura que quema, que me hace llorar.
Soy una abundancia que se ahoga en si misma, que fluye en una sola dirección.
Soy una medusa tierna y cálida, con un solo mandato; serlo para siempre.
Tu mirada, tu aliento, tu boca, me fecundan. ¿Cómo puede ser?
Yo, que me creía finita, satisfecha, mensurable. Me has convertido en tu loca ramera, y no quiero ser otra cosa nunca más.
Ven a mi abrazo, no dejes de venir a él.
Ven a mi abrazo, con cada uno de los besos de tu boca, con cada uno de tus sueños, con cada uno de tus saberes. Ven, tráemelos, y verás.
Ven al calor de mis senos, cerca de mi centro. Ven, porque yo sé que ocurrirá con ese fuego del que eres dueño, cuando no tengas miedo de mi ansia por sentir como lo entierras en mi vientre.
Ahora sé porque no deja el sol de danzar ¿Cómo podría hacerlo?
Ahora sé porque este cuerpo no es suficiente ¿Cómo iba a serlo?
Cada vez que pronuncias mi nombre, otro incendio mayor asola el bosque de mi asombro.
¡Cuánto te he deseado! ¡Cuánto tiempo he esperado saciarte! Y en tus ojos veo un infinito en el que me desbordaré para siempre.
Tu abrazo es una orilla que nunca creeré haber alcanzado.
Quiero ver como mana tu semilla, sin cesar.
1 Comments:
Precioso.
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