lunes, febrero 06, 2006

Reflexiones de una ex-estudiante que no fue invitada a la fiesta del año.

Voy a prescindir de los estudios, y haré desaparecer mis inquietudes.
Entre “¡Sí, señor!” y simplemente “Sí”, ¿Qué distancia hay?
Entre “bien” y “mal”, ¿Quién sabe que diferencia hay?
Estos hombres, dicen con gesto preocupado: “No se puede no temer lo que otros temen”,
¡Qué inútil, qué estéril, extenderse así, sin fin!
Los hombres están alegres, eufóricos,
Como si celebraran la fiesta definitiva,
Como si hubieran alcanzado la cumbre más alta.
Solo yo permanezco serena y sin ademán,
Como una recién nacida que aún no ríe, reposando sobre su madre;
Vulnerable, incapaz de valerse por si misma.
Los hombres están sobrados de todo, pagados de si mismos.
Solo yo aparezco desvalida.
Mi mente es la de una boba,
¡Tan confusa!
Los hombres son brillantes, esclarecidos.
Sólo yo soy obtusa y anodina.
Los hombres poseen discernimiento.
Sólo yo permanezco confundida y desorientada.
Ondeante en mi vientre, como el mar;
Fluctuando a la deriva, al infinito, para siempre.
Los hombres saben que hacer.
Sólo yo soy lerda y ruda.
Sólo yo soy singular y prefiero nutrirme de la madre.