Es el tiempo de la despedida...
... o a saber si no lo es, dado el hecho innegable de que no tengo reloj porque un mono de dedos hábiles me lo robó... por momentos pienso que era un chorizo disfrazado.
Allá me dirijo al lugar de donde vinimos, al barco, mi pequeño y seguro refugio, con la ropa sobada y sudorosa. Con estas prendas tan húmedas se me hace de noche sin darme cuenta. Empiezo a sentir frío, por lo que aligero el paso. No paro de pensar en que, para una vez que me decido a desinhibirme, no me como un colín y encima me roba un mono. Una guarra de pega, eso es lo que soy.
Casi no me doy cuenta con la tiritera. ¡Ya es de día! Esto de no tener reloj me está jugando una mala pasada... ¿cuánto tiempo llevaba caminando? Es extraño, no me siento tan cansada.
Mis ropas se secan inmediatamente al calor de esta luz cegadora. Las pupilas se me encojen y me escuecen los ojos, me los froto con violencia y, al volver a abrirlos, se ha hecho de noche.
¿Eso son estrellas fugaces?¿O tal vez el resultado de mis sacudidas?
Oh... baby... sí! Prefiero pensar que puedo desear lo que me plazca.
Miro al cielo. Me siento violentamente poderosa. Y deseo...
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