Arrastro mi cuerpo por la cubierta. Doblo una esquina, y allí está otra vez.
Sentado en un rincón sombrío donde su calva y su túnica azafrán resplandecen. Meciéndose en un invisible y calido mar amniótico, con los ojos entrecerrados, y las manos acariciando un mala. Me dejo caer cerca de él.
- ¡Tienes la resaca más grande del universo!
No puedo responder, ni quiero recriminarle nada, solo suelto un bufido…
- ¿No lo notas?... esta brisa… ¡Sabe que vamos a visitarle…!
Me burlo de su entusiasmo con mí más fingida cara de asombro…
- Te va a sentar bien… a todos… ¡Próximo destino; EL PLANETA DE LA PRIMAVERA ADELANTADA¡
Y desaparece sin más… Aunque esté solo, no puedo callarme…
- Que derroche de teatralidad…
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