Berkano.
Veo un bosque de árboles viejos y deshojados.
Cada uno de sus troncos gruesos, es un vientre abierto.
En uno de esos vientres veo un bulto acurrucado entre sombras.
No puedo evitar acercarme.
- Hola… ¿Esta bien?
Un rostro arrugado y macilento me mira con ansiedad.
- ¿Bien?... Ya recuerdo. Le he visto… a usted y a sus compañeros.
- ¿Nos ha visto?... Entiendo…
El hombre acurrucado revuelve su torso, y deja ver otro bulto pardo y ondulante. Siento un nudo en el estómago.
- Tómelo… por favor..
Me inclino sobre el vientre del árbol, y sostengo el ofrecimiento.
Sí. Una criatura, silenciosa.
Los ojos del arborícola me miran fijamente, con curiosidad. Lo sostengo, lo mezo…
- Usted no lo sabe… pero las criaturas siempre eligen el brazo siniestro de sus madres. Así pueden susurrarse de corazón a corazón, la confidencia de la ternura… usted no lo sabe… pero han sido los forasteros los que nos lo han enseñado…
- ¿Cómo se olvida un instinto?
- No, no se olvidan… son los instintos los que nos olvidan a nosotros. Nos dejan solo su nostalgia y las leyendas…
Le devuelvo la criatura, y el recompone su útero de sombras, en el vientre del árbol.
Esto no me lo esperaba.
2 Comments:
Precioso de verdad, incluyendo los dibujos.
Gracias a todos por continuar vuestro viaje
yo soy zurda...
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