Au.
Navegamos bajo una noche. El cielo es devorador, estrellas nuevas y seductoras. Y una luna.
Una luna inmensa y tiránica. Parece la luna más llena del universo, única para una primavera eterna.
Mi hígado se revuelve en mi costado, con una lujuria rabiosa. Quiere aullar, con una boca babeante y lasciva.
Es una luna torturadora, que condena a la consciencia a sus licántropos, conscientes de las caricias que laten en las puntas de sus garras brillantes.
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