Love is in the air.
Entre 10.000 caucasianas, quiero un par de tazas de cafeína liquida y humeante. Para la resaca.
Este mundo es el infierno de los alérgicos al polen… los senderos limpios y sinuosos, se deslizan entre jardines, parterres, rincones para amarse.
Todos lucen una sonrisa encendida o nostálgica, o estupida, pero siempre una sonrisa.
Veo una barra al aire libre, y le saco brillo a mi pulsera de plástico, y a mi sonrisa de turista resacoso…
- ¡Hola! Un desfibrilador, por favor… ¡Que sea doble!
- Creame; dentro de un rato, le sobrará tanta adrenalina en el cuerpo.
Me interpela todo un personaje… Maduro y apuesto, de mirada seductora y aspecto pulcramente bohemio… Me habla sin apartar la vista de un cuaderno, al que no deja de amenazar con la punta de un estilo.
- Soy un inmigrante… también tengo cierto excedente de ingenua desconfianza, y de algunas historias curiosas… y de alcohol en sangre… por cierto… ¿Saben hacer el ruso blanco?...
- Sus compañeros de viaje y usted, están amenazados… Este planeta ha hecho su propio experimento genético en las pituitarias de sus aborígenes…
- Déjeme adivinar… ¿Feromonas?
Me he ganado la primera mirada directa y una sonrisa franca…
- Si señor… Feromonas, endorfinas, hormonas multicolores volátiles e inflamables… Ahora mismo usted y sus compañeros están siendo olisqueados, y dentro de poco, el efecto de los efluvios que su sistema endocrino esta percibiendo por debajo de su umbral consciente, les hará… ¿Cómo decirlo?... Sudar…
- ¡No se puede estar siempre en celo!
- En este planeta… esa frase no tiene sentido… Lo que usted, forastero, llama celo… aquí no es más que una carraspera.
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