jueves, abril 27, 2006

Ganímedes está triste... ¿Qué tendrá Ganímedes?

El camarote hospitalario del crucero parece un camarote más. Huele a asepsia, es la única diferencia.

- Lo hemos localizado por la pulsera... aparece en el desierto, a la sombra de unas rocas... no sabemos cuanto tiempo lleva inconsciente. El destiltraje le ha salvado la vida. Tiene una insolación bestial... un poco más y el cerebro se le cuece como un huevo duro.

Mi cuerpo esta tendido y comatoso, cercado por dos personajes de blancas batas. No he sentido nada, ni pinchazos, ni caricias, ni electrodos sobre mi tórax, ni zumbidos de scanner.

- El doctor es optimista.

Me he estado cociendo en el crisol de Icaro, como un ladrillo de arcilloso adobe. Soy un viajero pretencioso... pretendo ser dueño de mis pasos. Solo soy un montón de barro en manos que no veo, que no siento, y que no me sueltan.
Yo no soy optimista... ni pesimista. No se nada. No tengo ninguna fotografía de mis viajes, de mis mundos conquistados. Ellos si se han quedado con algo mio, me han arrancado un trozo de aquí, otro de allá...
Me han dejado seco.

Resiliencia.
Unas pastillitas de resiliencia, por favor.

De esas que toman las estudiantes que no han sido invitadas a la fiesta del año, y las amantes embriagadas. O en gotas, disueltas en licores, como los que toman los elycs desesperados.

Resiliencia.

Hay un tejido, una trama misteriosa, hecha de muchas partes... cuando hay un hueco en esa trama, no se puede remediar con un pellizco... Ese hueco tiene un nombre propio. En su centro tiene una naturaleza aislada, un trozo comatoso de vida, abandonada y esperada. Puede estar cercada de bordes receptivos, repletos de Aternuritas cálidas. Entonces, enseguida crecerá, desde su centro, y rellenará su hueco. O bien, esta rodeado de bordes fríos, amargantes, y puntiagudos... solo dependerá de si mismo, de sus propias aternuritas. Tendrá que aprender a administrarse sus propias pastillitas de resiliencia, para crecer y rellenar su propio hueco, y darle sentido, su parte esencial de sentido, a todo el tapiz.

Junto a tu sonrisa, yo bailaba en una fiesta... una fiesta que tu no conocías, hasta que yo comencé el baile.
Me echaste de la fiesta... Yo solo servía para llenar las primeras copas... después todo continua de otras maneras. Los embriagados agradecidos, invitan al escanciador a la mesa, y le agradecen a el personalmente su arte y su oficio, y es invitado al ágape, y el se siente feliz. El encendió el fuego, escanció la primeras copas, hizo posible el primer sorbo de cerveza, y le gustan las fiestas, le gusta la felicidad de la gente.

Escucho el baile, las risas, y las copas que entrechocan... Veo el baile a traves de los ventanales, ninguna mirada es para mi. Ya todos saben donde está el vino, ya nadie se acuerda de Ganímedes. Las puertas están cerradas para mi. Llenar mi propia copa... es tan triste... brindarme mi propio arte... es tan fatuo...

¿Pero que voy a hacer sino?... Cuando me esfuerzo en brindarme mi propio vino, mi arte se vuelve mágico, mítico, esperanzado. Mi fiesta no tiene puertas, y todo el mundo esta invitado... Sí... eso pasa siempre, después de la primera copa... La primera es siempre amarga, como vinagre, como muerte... tan mala, que desaparecen todos los motivos para seguir intentándolo, como si fuera de láudano, olvido cualquier razón para volver a intentarlo. Parece una cuestión de memoria y olvido, de fe en mi recuerdo, de fe en mi arte... de confianza en el milagro....
Pero si mantengo la compostura, respiro para mantener el pulso firme y tranquilo, y escancio la segunda... Inaguro una gran celebración... Si, yo soy capaz de convertir el vinagre en vino, lo consigo con la segunda copa, o a veces con la tercera... pero maldita sea... ¡SIEMPRE LO CONSIGO!

Y están todos invitados a la fiesta.

2 Comments:

Blogger yomi said...

Creo haber visto junto a mi aternuritas cálidas, no me atreví a pedirlas y deje que se marcharan.
Tras la marcha sentí el hueco, la herida de vida que no se cierra.
Mi cerebro y mis otras vísceras aun discuten, no se aclaran.
¿Por qué no basta con mis propias aternuritas para sanar esta yaga?

12:00 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Le dedico esta entrada a los maltratados... para que se conviertan en bien tratados... pese a quien pese...

8:11 p. m.  

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