sábado, diciembre 24, 2005

¡Sirenas!

El planeta Joya huele como las tortas de Inés Rosales.

Apoyado en la barandilla del barco, mi mente divaga mientras la proa del barco corta el mar de éter que rodea este mundo de anís. En el fondo de mi mente aún resuenan, de vez en cuando, como ecos dispersos, los tintineos de mis grilletes. ¿El maldito mono estará siguiendo los guiones que le dejé?

Y entonces las veo saltar, dándole la bienvenida a nuestro velero con su chapoteo. Acompañándole en un trecho de su camino. Son tan guapas. Una me sonríe. ¿Nos hemos visto antes? Ya no huele a anís, una dulzona fragancia a fresa lo invade todo. Me sorprendo a mí mismo tanteando el salto, pensando si el agua estará muy fría... Entiendo lo que está ocurriendo. Como Ulises, busco un mástil. Meto la mano en el bolsillo interno del abrigo y ahí está. Vuelve a oler a anís. Y a verano.

Una chica del pasaje- la del labio hinchado- se acerca a donde estoy y se asoma por la borda.

-¡Mira! ¡Delfines!

Suele ocurrir. Sin ninguna razón aparente- porque la magia nunca la tiene- las mujeres no perciben a las sirenas. En su lugar ven simpáticos delfines. Lo mismo pasa con los sirenos. Sólo una mujer podría detectar a uno. En esos casos los hombres vemos peligrosos tiburones. Claro que, apenas hay constancia de avistamientos de sirenos. No se dejan ver casi nunca. Tienen graves problemas de inseguridad. Lo entiendo. Yo también los tendría si mi única "cola" fuera una de merluza...

Hace un rato que la chica se ha marchado. Por la cubierta viene paseando un oficial del barco. Sonríe. Alarga el cuello por encima de la barandilla. Observa, y...

- ¡Ostia! ¡Foquitas!

Evito sacar conclusiones y me acerco al bar.

El pasillo estrecho que tengo que atravesar está atestado de gente. No me gustan las multitudes, pero esta me hace sentir bien. Todos nos miramos a la cara. La mayoría sonreimos y nos saludamos unos a otros. Me cruzo con la chica que le pegó el manotazo al joyano. El olor de su colonia me resulta familiar... No, no es colonia. ¡es coñac! Espero que eso no signifique que ya han apagado la máquina de café.

En el próximo puerto le voy a poner un telegrama al mono...


(c) Imágen: Jack Shalatain