Tuytumundo
Estoy encerrado en este nuevo camarote... me parece tan espacioso, que todavía no puedo considerarlo un verdadero camarútero... Creo que hasta me produce un poco de agorafobia.
Puedo sentir de nuevo el mecer del mar, y resulta consolador, me adormece. Ese olor a anís parece que ha desaparecido cuando vuelves a ser consciente de su persistencia... Puedo escuchar ruidos nuevos... y seguro que veré nuevas estrellas de nuevos cielos... Todo eso me parece bien.
Mi camastro ahora es un verdadero lecho, que acoge con seguridad toda mi envergadura... Me gusta la pereza...
Sincronizados con el pulso del oleaje, los pensamientos navegan en el mar de mi atención. Son recuerdos que arriban al sordo silencio de mi oscura amnesia. Llegan lentos, pero contundentes...
Escucho, recuerdo haber escuchado... No se si es un recordar o un escuchar: “Tú y tu mundo... tú y tu mundo... tuy tu mundo.. tuy tumundo... tuytumundo... tuytumundo... tuytumundo... tuytumundo...” Un mantran; “tuytumundo” su ritmo es el de las olas...
Me suena a nombre de micro-isla del pacífico; la isla Tuytumundo... apostaría algo a que existe la isla Tuytumundú, un pequeño islote, casi un arrecife en algún mar tranquilo. Sería el nombre ideal, para un mundo pequeño; Tuytumundo.
¿Cómo es Tuytumundo?... Si existiese, me gustaría que fuera un mundo alegre, de gente pacifica, que sintiera una sana curiosidad por los alienígenas...
Me dejo ahogar por la pereza, y otra voz me acompaña: “un alienígena siempre es un alienígena”
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