Casi caigo del barco
... así, sin quererlo, casi caigo, de un saltito frustrado por mi ausencia de decisión, pero finalmente me convenzo de inaugurar la experiencia sensual de mi viaje aquí, en este planeta.
Nada más pisar esta tierra, ya siento su sexualidad de una forma inequívoca. Mis pies se mueven casi inconscientemente, y empiezo a bailar sin darme cuenta. Un baile delicadamente absurdo, de enorme y culona negra jazzwoman... oh... baby sí... (resuena en mi cabeza). Sí, es cierto, me siento bastante ridícula. Pero mi culo manda ahora sobre mi cabeza.
Hay una multitud a unos cuantos metros de mí. Muchos me llaman ostentosamente con gestos obscenos. Me integro en ellos y me difumino, y sigo bailando.
De entre los locos, le veo... un simpático monito! Demonios, ¿de qué me suena esa risa burlona? Atrapada inmediatamente por sus manos, me abraza, me coge el culo, me soba los muslos, me gruñe al oído... Bailamos! Bailamos juntos, y no sé qué parte de mi cuerpo no ha manoseado este simio. Mi líbido me insulta de nuevo, me abandona a la animalidad...
Súbitamente despierto, agitada. Estoy sola.
Mierda, el puto mono me ha robado el reloj.
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