lunes, enero 16, 2006

Nombre de gato

Después de hablar con el niño gordito, el dueño de los ojos del brillo tranquilo y su gato, regresaron a la tranquilidad del hogar. Esa era la despedida que había pensado, tranquila. Esa seria su gran victoria ante la inevitable tormenta de trozos de cielo que se avecinaba. No temblaría, no dudaría. Abriendo las ventanas, invitaría a los aerolitos a pasar hasta el fondo del sótano.
Subió hasta la pequeña torre de su casa. Allí estaba su querido observatorio. Este pequeño mundo que danzaba en el caos, le había regalado cielos conmovedores, todos los días, cada instante. Su querido telescopio. Cuánto apreciaba aquel aparato, cuantos Apocalipsis le había mostrado.
Con una taza de té recién hecha, se preparó para hacer la última entrada en su hermoso cuaderno de observaciones, y como hacia todas las tardes, comenzó a escrutar el universo. Él sabia, que su persistente mirada, a veces era capaz de producir un picor en el cogote de Dios, lo sabia. Sabia que muchas estrellas, sobre todo las que brillaban a través de una nebulosa azulada, sonreían cada vez que las observaba, y sabia que le añorarían, quizás, pensaba, llegarían a sentir tanta nostalgia, que la memoria de las estrellas concedería a su alma el don de desafiar a la muerte aniquiladora.

Todas estas cosas afloraban a su conciencia, cuando empezó a notar los primeros signos anómalos. Los meteoritos más cercanos, deberían ir mas rápido, y se estaban acercando al ecuador celeste, como tentados de ponerse en orbita alrededor del planeta… y de pronto, la visión estalló en su mente de Astrónomo:

“Por alguna razón, por alguna maravillosa razón, el poderío gravitacional del planeta se ha despertado. Su eje se ha alineado con alguna estrella fija, de la que estará enamorado por lo menos unos 25.000 años. La encontraré y le pondré un hermoso nombre, y veré como todo el cielo, todo el cosmos gira a su alrededor. Porque no voy a morir, no vamos a morir, hoy no va a morir nadie en este planeta afortunado. Los meteoritos ya no quieren violarlo, quieren danzar a su alrededor, quieren rodearlo con un cinturón, uno de asteroides, un anillo irisado, flotando en el espacio… quien pudiera verlo… Los meteoritos más grandes, se convertirán en lunas, probablemente serán dos o tres… ya tendremos la semilla de nuevos mitos… surgirán los astrólogos, que le dirán a las madres donde estaban las tres lunas cuando nació su querido hijo, y los dones que estas le regalaron para siempre… y los amantes podrán prometérselas a sus amados, y los aventureros ponerle nombres maravillosos a sus mágicas topografías…”

Con los ojos llorosos tomo delicadamente a su gato, y lo elevo frente a su rostro para mirarlo con todo el cariño del mundo y le dijo: -Adivina como se va a llamar la luna más grande.

1 Comments:

Blogger pepapoder said...

... y el gato dijo "miau" que, en el idioma gatuno, significa "Tuytumundú".

:-D

11:58 p. m.  

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