lunes, enero 16, 2006

¡Epítome! ¡Bonito palabro!

No todas las miradas están extraviadas en este mundo que agoniza en su último orgasmo. Un hombre se acerca a mi bancobservatorio, dueño de un brillo tranquilo y profundo en sus ojos, y en los ojos del gato que lleva entre sus brazos. Me gustan los gatos, vivos, como animales de compañía, quiero decir.
- Que sitio tan extraño habéis elegido para hacer turismo. De hecho, sois los primeros viajeros en mucho tiempo, y seguro que los últimos.
- ¿Por qué la gente no abandona? ¿Por qué no se marchan?
- Porque estamos cansados, siempre es la misma historia. El problema no es el planeta, somos nosotros. Ya nos hemos cargado unos cuantos.
- ¿Y para qué hacen tal cosa?

El hombre se sentó a mi lado, con su gato ronroneante en su regazo. Le gusto a los gatos. Enseguida quiere probar mi regazo. El hombre tenia ahora una sombra triste en una mirada perdida.

- La verdad es que no lo sabemos, no sabemos porque ocurre. No creo que seamos tan destructivos... A veces he pensado que los planetas moribundos, nos han llamado... Pero esta vez... ya nadie quiere irse. Supongo que ahora averiguaremos el para qué de nuestro sino, aunque sea en el último instante, y nuestra revelación sea breve, fugaz...

Veo algo diferente. Veo gente desesperada, intentando desaparecer en su vicio preferido, pero también veo gente extrañamente eufórica... Veo a mis compañeros eligiendo estas últimas compañías, están danzando y celebrando...
- ¿Así es el último día de un planeta?
- Así es el ultimo día de cualquier cosa, un epítome del todo... He vivido esto tantas veces... Nunca deja de ser brutalmente intenso... Pero mi alma ya esta agotada. No bailaré, no fornicaré. Acariciaré a mi gato y sentiré su ronroneo.

Una inmensa nostalgia empieza a invadirme, tan intensa que se siente como algo vivo y fluido deleitándome. Yo también quiero bailar. El cielo es crepuscular, y su belleza es insoportable, es última y surrealista, hiperreal. Abrazo al gato, y su ronroneo se me ha vuelto descifrable y asombroso, es un eco del murmullo del universo, resonando dentro de él, fascinándome...

Erika, desde un corro eufórico, me mira sonriente, me hace un gesto atrayente con la mano, de un poder definitivo.

Sé que me lo voy a pasar como nunca.

Sé que este planeta va a estallar, pero en una gran celebración, y por eso se va a salvar, y sus habitantes descubrirán por fin el para qué de su sino. Sé que nosotros, los viajeros, somos las hormigas que faltaban.