miércoles, marzo 28, 2007

En el libro de visitas de El Mundo de los Sueños Rotos

Cuando el día avanza yo me quedo rezagado procurando volver a la noche que me cobijó entre pedazos de sueños que aliviaban mi falta de valor. Y es que a mí me calienta más una sopa espesa y las sedas oníricas que acarician mis anhelos que la clara luz del Sol. Debajo de las mantas me encuentro con esa realidad que es mentira que deseo, y el maldito despertador se encarga de aniquilarla arrancándome de mis pestañas un abrir de ojos que no desean ver la uniformidad continua de la vigilia.
Y es que el Sol no duerme, regala su luz, su calor... fuente de energía para ser apresada y procesada en el continuo presente de los que dormimos despiertos. Hablo de ese océano de seres que nos desparramamos por las galerías y escaleras mecánicas de los metros para dejarnos engullir por vagones y vagones, apretándonos unos contra otros en una masa ansiosa y sofocada de desprecio y distancia a pesar de tocarnos y respirarnos los unos a los otros. Hablo de esos fugaces encuentros de miradas en que no nos vemos, de la falta de amor.
Y somos vomitados, en una violencia contenida por alcanzar nuestros destinos diarios de ocho horas pactadas con las que ganarnos nuestros deseos, nuestro lugar en la sociedad, nuestro hueco y reconocimiento, nuestros sueños...
Hablo de los torrentes de ofertas a ambos lados de la calle donde canjear las ocho horas diarias pactadas por los bienes de consumo, que no malos de consumo, ofertados según tu grado de compromiso adquirido con la sociedad. Por cada una de las millones de cerraduras, candados, cadenas, puertas, tapas y persianas metálicas que adquirimos y que solo encierran vacío. Por los mares de sangre que ahogan nuestra historia y conciencia humana sobre los que moldeamos nuestra cultura y presente.

Sí, siento miedo de eso que llaman realidad, vigilia. Siento miedo cuando despierto a todo eso, de abandonar mis pedazos de sueños rotos con los que cada noche me encuentro buscando los trozos que me faltan.

Firmado:

Un anacoreta de las sábanas

martes, marzo 27, 2007

Mi pequeño


Desde que tengo memoria yo y mi sueño caminábamos juntos de la mano. Lo recuerdo pequeño, inquieto y juguetón, eterno y nuevo, henchido de travesura infantil. Solía soltarse de mi mano y corría unos cuantos metros por delante de mi. Reía el chiquillo. Jugaba con cualquier cosa hasta llenarse de ella, hasta convertirla en cenizas. Después paraba, y esperando sonriente mi llamada cogía de nuevo mi mano con los ojos brillantes, colmada su última experiencia, a grandes bocados, pequeños juegos.

Mi pequeño vaga feliz y despiadado, desde aquel día en que soltó mi mano y no quiso encontrarse de nuevo con ella. En ese momento en que no pude seguir sus pasos porque los suyos eran demasiado grandes, demasiado voraces. Y desde entonces, yo, el pequeño, el desolado y perdido.


Si lo encontráis, quemadle a él y a su pequeño nuevo juguete.

jueves, marzo 22, 2007

¡A la hoguera!

Yo tengo un trozo de sueño roto puntiagudo clavado en la espalda. Cada vez que me apoyo me duele, sobre todo al intentar conciliar el sueño, pues se incrusta aún más en mi piel. A veces no me deja dormir.

Y no alcanzo a sacármelo. Sería una tarea bastante fácil, pero está justo en el centro de mi espalda. Ando rascándome como los osos en los árboles.

Ojalá sea mi aportación a esta hoguera de sueños rotos ¡Que tan solo queden las cenizas que el viento pueda escupir bien lejos!

lunes, marzo 19, 2007

Recogido en el libro de visitas de El Mundo de los Sueños Rotos

¡Señoras, señores! ¡Recojan los trozos que quedan de todos sus sueños rotos, hagamos una pira y prendamos fuego. Una hoguera que su humo pueda verse a kilómetros de distancia durante días y días! ¡Que tan solo queden las cenizas que el viento pueda escupir bien lejos!

Firmado:

Un pirómano cobarde

lunes, marzo 12, 2007

Las lunas nuevas de agosto

Me soñaste, arropada en la templanza del crepúsculo estival, en cada uno de sus días, con una curiosa mezcla de melancolía propia del pasado y la inquieta ansiedad de tu futuro. Desde el penacho de roca y arena, observo cada atardecer de agosto. Es precioso de veras; los colores del cielo no existían siquiera en mi imaginación. Desde aquí espero cada día más segura y confiada. Puesto que un día nuevo es una nueva conquista de cada recoveco de mi alma, hasta morir.

Verás, no puedo ayudarte a alcanzar tu sueño aunque quisiera, puesto que ello implicaría mi autodestrucción. Te siento como el lastre de mi ser. En serio, ¿tú lo harías? Probablemente sí, y sería el mayor de tus fracasos, puesto que mis triunfos son tus derrotas más vitales. Yo también tengo sueños rotos, afortunadamente para ti. Ambas somos el espejo crítico con el que nos miramos mutuamente.

Cierra los ojos a este silencio natural. Escucha con atención: ¿oyes algo? ¿un leve zumbido? Entonces ve y dile a los demás que no lo has conseguido. Tienes miedo al futuro. En cambio, yo lo busco.

Juguemos...

Evidentemente no es un mero azar el hecho de que una persona determinada se vuelva "objeto" del amor manifiesto de alguien. Los factores que condicionan tal elección específica son demasiado numerosos y complejos para ser discutidos ahora. Lo importante es, sin embargo, que el amor hacia un "objeto" especial es tan sólo la actualización y la concentración del amor potencial con respecto a una persona; no ocurre, como lo pide la concepción romántica del amor, que existan tan sólo una única persona en el mundo a quien se pueda querer, que la gran oportunidad de la vida es poder hallarla, que el amor hacia ella conduzca a negar el amor a todos los demás.

El miedo a la libertad. Erich Fromm.

domingo, marzo 04, 2007

Para no deslumbrarnos

Anoche todo se oscureció de repente, la luna tapo su cara para dejarnos ver nuestros sueños con mayor nitidez.

también se veia Saturno
¿Los visteis? ...