domingo, enero 22, 2006

Mandelbrot

El efecto del alcohol es diferente aquí, en planeta Rave. Todo es cada vez más diferente.

Erika no deja de cantar, de tararear, de musitar.

Mi mente… esta lucida, casi preclara. Mi cuerpo, está comportándose como si estuviera inmerso en una fluida densidad… Me incorporo.
Quiero sentir la brisa marina en pie. Y me encuentro una brisa melosa, calida, electrificada…
Certezas pequeñas y brillantes, cruzan mi consciencia:
“Voy a encontrar una camisa hawaiana, con un estampado con estos colores, de este cielo, de este mar; lo sé”
“El mono no va solo, son tres, siempre son tres: el que no siente, el que no habla y el que no confía”
“Es inevitable encontrarlos”
Estoy desolado. El ojo de mi mente está deslumbrado. Estas gafas de sol, no son suficientes. Encuentro una balaustrada que agarrar, mientras contemplo este puerto, el trasiego de danzarines y fiesteros. Ibiza es una puta guardería.

Ya sé porqué canta.
Suelto la baulastrada, y me agarro a mi caucásico, y empiezo a danzar. Antes del Sunyata, otra certeza fugaz cruza el cielo de mi consciencia:
“Nuestra existencia, un fractal. Cada uno de nuestros instantes, una iteración. Nosotros, la Iteración”

El silencio dura solo tres segundos. Erika lo recupera para poder seguir bebiendo, y con una sonrisa beatifica deja que la gravedad la aplaste contra su cómodo asiento. Y Pepa lo revienta enseguida…
- ¡Ese puto mono! ¡Cuando lo pille!